domingo, 16 de octubre de 2011


El vocablo como revelación,
Como  escultor de la yuxtaposición de los amantes,
Y  en versos le canto al lejano poeta,
Al de extraviados y ausentes ojos
Que encabritan mis cuerdas vocales.

La declaración de la carne,
El parir del latir,
El cantico de loba  que nace para  tus lágrimas,
 Donde mis manos  brotan para tu caída.

Hoy guardo en el pecho
un deseo profundo de ser agua,
que nos deslicemos en húmedas conjugaciones,
en comprensibles palpitaciones
que nos salven del presente silencio.
Y danzo como loca ante la nada
Con la indiferencia tatuada en la  espalda,
mohíno poeta, qué hago con mis ganas
Cuando decaigo mordiendo mis palmas
para sentir algo  en el alba.

El amanecer tiñe de luto mis labios,
Mi voz construye alaridos
Para que el sentimiento sea escuchado,
Hombre de humo pon atención a este bramado,
Que evoca el sabor de tus muslos en mis viejas manos.

Perdida sinfonía que permanece titilando en mis nervios,
Son esas notas por las que hoy desfallezco,
Uno vocales y consonantes para  proclamar
en lo que hoy acontezco,
A la espera de que las palabras lleguen a tus fantasmagóricos sesos.

Y en los días noctámbulos voy feneciendo,
Lentamente la autómata azulada es compañera del viento,
Se entrega al sabor insípido de los recuerdos,
Y en sus manos porta aves muertas en el desierto.



No hay comentarios:

Publicar un comentario