domingo, 27 de noviembre de 2011

Comunión

-       - Padre debo confesar que he pecado, en acto y omisión.
Hoy, sólo me quede sentado mientras en el Congreso se debatía la ley de presupuesto que permite a mis hijos avanzar hacia algún lado, no sé muy bien a dónde, pero a algún lado. Hoy preferí en vez de leer el diario, tirarme en el suelo y gastar mi desesperanza en un cigarro, esperando que el mal sabor se diluya como el tabaco. Padre, el  otro día cuando los muchachos pasaron con las pancartas  por el barrio, yo decidí encerrarme para no escuchar sus cánticos, tanta ilusión me va  desesperando; cómo van a lograr ganarle a los grandes, nosotros los que siempre hemos vivido aplastados. Padre me atormenta haber pecado,  pero sigo ignorando las señales que me muestran mis compañeros de trabajo, abstemio de las huelgas, creo que es mejor agachar el sombrero y habérmelas como pueda, alzar la voz es peligroso, sobre todo cuando no es sólo mi boca la que depende de mis manos. ¡Ay  Padre! yo sé que estoy cayendo en obras del diablo, tanta quietud no puede ser propia del ser  humano, pero el orden es así, ya todos fuimos designados, unos arriba y más arriba y otros siempre abajo. No sé ni por qué me molesto en  articular vocablos de todo este desconformismo y parálisis que me va desgarrando, aconséjeme usted que parece más sabio,  ¿ Cuál es el camino indicado?

-Hijo: No atormentes tu cuerpo que es un templo sagrado. Te absuelvo de todo lo que me has narrado, pero llega a tu casa y descansa frente al televisor, tómate unas cuantas cervezas  hasta que pase ese dolor,  si el desazón del alma sigue dirígete al Mall,  y compra hasta adquirir algún sabor. Si nada de eso funciona  ven a lavar tu conciencia en la comunión, total aquí  una vez por semana jugamos a cumplir un buen rol. 

Yo que he perdido mi nombre,
Mi esencia, el fundamento
Ahora pura sustancia
Pura materialidad que te empeñas en codificar
Una y otra vez  derrames que  tratas de estructurar.
Los parámetros,
El esquema,
el modelo para ampliar tus arcas,
Para que mis manos desgastadas sigan arando por nada.

Hoy he perdido mi piel,
trabajar desde los doce años
Para ver a mis nietos crecer,
Crecer en la misma desigualdad que  me dejó nacer,
Con eufemismos  y parches que tratan de esconder tu sed,
Esa sed asquerosa que erosiona tu ser.
Tanta hambre en tus dientes por poder
Y yo gastando mis días por diez mil que me hagan comer.
Por eso hoy al joven sentado en el sofá
en el confortable living de su hogar,
Le escribo para gritarle que esta máquina capitalista está mal,
Y decirle que el modelo ya no da para más:
¡Es momento de reestructurar!
Somos flujos y potencias que Él teme no poder analizar,
Somos la conciencia y el pensamiento 
Que a Él le inquieta no controlar,
Somos la  fuerza  desbordada de un no más.
Empoderados de palabras
Ensalzados por la acción,
Señores políticos:
Hoy se les terminó el show. 

domingo, 6 de noviembre de 2011


1998
[Galopes de silencio]

Las esfinges  cayeron bajo sus pequeñas manos, el polvo se adentró por los alvéolos que se asomaban por sus párpados, los guardianes torturaron sus nervios que ahora portan  nidos amargos, no ha sabido borrar la lluvia de heces  que llevan  sus manos. Ella habita su jaula con los pies amarrados, cortadas las alas aniquila el tiempo royendo espacios, vive en pliegues de rincones desaforados, en el golfo de sus ojos habita un bramado.
A los 10 años  perdida estaba en el jardín de los mutilados, ansiosa buscaba donde amainar su desgarro y encontró  los escondrijos  de un Olimpo desgastado, queriendo hallar Titanes y un poco de agua para diluir el camino cansado. Así pasaron los años descascarando su ingle y sus labios, estériles rostros deshabitados, sus muslos secos por tanto recuerdo impregnado,  las pestañas inermes como murallas donde  un sabor a fosa común   se convirtió en su hábitat.



sábado, 5 de noviembre de 2011


Blasfema 




Hay pocas cosas
tan ensordecedoras
como el silencio
Mario Benedetti.
  

Oye el canto baldío de esta loba famélica que  derrama su clorofila a causa de tu daga.
Los dolores se acumulan se superponen, germinan en el invierno de esta autómata desteñida que flagela sus sesos. Parapetos  para  extraviarme de tu mirada, foránea ante tu rostro deshilvano mis nombres, divago exhausta por los escombros de mis pasos, azulado el paisaje cobija mi vientre despoblado mientras busco resguardo en el paracaídas de tus manos.

Extradición de mis voces desde el abismo cóncavo de tus labios, extraño oficio  es el de predicar desiertos para nuestros páramos, yo conjugaba  versos  para la conjunción de los seres derramados, pero  la poesía ya no otorga combinaciones para los cobardes que muerden los llanos.