Hoy mi pulmón ha amanecido con una hendidura, la realidad de ser sólo ceniza, sólo una suave línea de tiza. La mujer sin itinerario, errante de vocablos; esta espera que sabe a lúgubres llanos donde extraños sonidos cantan lo que yo guardo.
- No vertí bien en ti la palabra, no declaré lo que florecía en mi espalda, ahora llevo este ataúd con términos caducos, con versos que se quedan en mis innecesarios escudos.
- Si tan sólo fuera otro el escenario y aún no se hubiesen calcinado los actos, si con un diálogo pudiese trazar un lazo, si con mis gestos pudiera tan sólo alcanzar tus manos.
Las fisuras son irreparables, la muerte separa a los amantes, lilas para cubrir tan opacas tonalidades, un dolor en su pecho que la vuelve agonizante.
Francesca Woodman |
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